El piso es del Labial, de Franco Mehlhose.

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Todo es niebla y apariciones.
Todo son islas saliendo más o menos del mar.
Y todo es lo contrario a todo.
Mi todo es más por intensidad que por extensión, por conquisa.
Todo son pedazos y errores en la niebla,
que por el hecho de ser apariciones se vuelven atrapantes.
Cosas que se vuelven brillantes, luminosas, encantadoras
aunque provengan de las brumas del pantano,
hasta de los umbrales de la tristeza.
Se me viene a la mente el libro “El elogio de la sombra”
en el que se narra
cómo lucen las mujeres maquilladas para ser vistas en la oscuridad
El relato me hace imaginar
determinados colores emergiendo de la penumbra,
primero como manchitas hasta formar una cara empenumbrada.
Todo ese proceso de acercamiento es la aparición,
es un movimiento siempre gradual
aún cuando pueda ser acelerado.
Así veo las figuras en las serigrafías de Franco Mehlhose,
apariciones tan tan lentas que parecen congeladas.
Así como vemos a las montañas o flores,
o islas emergiendo
que parecen estáticas
porque crecen a un tiempo imperceptible para unx.
Yo no se por qué lo veo así
pero jamás dudo que haya algo de cierto en lo que percibo.
Después Franco me contó que la muestra se llamaría
“El piso es de labial”
y esto fortaleció mi idea
de montañas de labial ascendiendo entre las nubes
que se miran desde lo alto
a cierta distancia para que el labial no se corra.
Las obras son como planos rebatidos de paisajes,
como fotos aéreas de un mundo imaginado
donde unx encuentra en las formas naturales
cadenas de moños y hojas.
Unx mira a través de la imaginación
por eso ésta es hiperreal,
sin ella no hay percepción.
Por otro lado
pienso también en islas y montañas porque son cosas
que pareciera que estuvieran apoyadas sobre el plano,
como el labial de estas obras
que parece apenas recostado sobre la hoja.
Hay una relación ajena, extraña
entre éste y el soporte y unx.
Miro y veo formas, sí como dije antes aéreas, etc
pero la crema del rouge también
convierte a todo esto tan visual en algo muy táctil.
Lo poroso de la pasta que permanece en ese estado entre seco y mojado
hace que la piel de unx se reconozca cercana a ese material
y peligrosamente nos llama
a algo medio excitado, apasionado y enloquecido.
La mirada no puede dañar un cuadro,
el cuerpo sí.
Y la pasta está toda expuesta ahí
superficial,
respirando a través de esos poros,
como una piel,
como la arena de una playa de una isla,
como nieve.
Cuando el cuerpo es invitado
siempre hay riesgo,
pero también se abre la posibilidad
de que la mirada
se vuelva mas ojo, más parte del cuerpo.
Disminuye su necesidad de certeza en pos de más sensación.
En la penumbra,
en los estados intermedios más ambigüos
vemos dudando.
Gobiernan más las apariciones inestables
y los estímulos imprecisos.
Aparecen emociones confusas
y entre ellas el asombro.
Así es…
no se por qué elegí escribir esto en forma de poema
ya que no lo es.
Me rinde el cortar las frases
y rebelarme a tener que llegar al final del renglón.
No sabía cómo escribir esto.
A veces cuando no sé como son las cosas
o qué hacer con ellas
y dudo mucho mucho
me digo a mi misma
“si dudo tanto es porque ambas opciones pueden ser posibles”
y trato de elegir cualquiera…
como sea.
Esto tiene algo que ver con las obras de Franco
igual lo metí porque lo venía pensando:
A la duda,
al no saber bien,
al no estar convencidos,
lo podemos tomar como una posibilidad que multiplique
en vez de una que clausure.
                                                                                                                                         Fernanda Laguna



                   


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