Liberadas de la necesidad de encontrar afirmaciones que resuelvan la complejidad y restituyan la calma. Las artistas aluden, sugieren y trazan las problemáticas, las rupturas y los lazos de un mundo cotidiano, íntimo, desapercibido y olvidado.

¿Cómo desgarrar una identidad que no construimos?

¿Cómo rebanar una historia que no escribimos?

¿Cómo abordar el presente y el pasado desde lo doméstico y lo fragmentario?

Incertidumbres y cuestionamientos que, en la obra de Patricia y Margarita, desencadenan procesos, confluencias y encuentros; materializando y objetivando, las más disímiles y diversas respuestas, disparadoras de nuevos y filosos interrogantes.

Cubiertos, sin aire, e inmóviles. Como registros fosilizados, los objetos presentados tejen el transcurrir, sigilosamente. Punzando las memorias, encapsulando los recuerdos, envolviendo los anhelos.

El aire, el aliento, el suspiro, la agitación: se empaqueta, se cierra, se cose, se sella, se pliega pero no se disimula, no se oculta, ni desaparece. Mejor aún, se expone surcando en el artificio, en la transparencia, en el reflejo del que lo mira, en la acción obturada, en la presencia ausente, en la subjetividad objetivada.

Hendiduras zurcidas, que insisten en revelarse, en exhibirse, en manifestarse. Así, se comportan en el espacio, dispuestas en diferentes agrupaciones que delinean recorridos posibles, abriendo paso a los márgenes y difuminando las instituidas fronteras.